Arqueología e Historia Nº 27: La Roma de Nerón
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Pirómano, megalómano, incestuoso, matricida, caprichoso, envidioso, pronto a la ira… Pero además le gustaba cantar en público y conducir cuadrigas en el circo, algo –a los ojos de la moral romana– propio de la gente infame, de baja alcurnia, y en absoluto apropiado para un emperador. Nerón tenía todo lo censurable para sus coetáneos, y así es como lo dejaron por escrito sus biógrafos y los historiadores de su época. Para colmo de males, se decía de él que persiguió a los cristianos y les sometió a varios tormentos. Su mala prensa estaba asegurada, por los siglos de los siglos. Sin embargo, una mirada atenta a su reinado revela que fue bastante positivo, y la revisión detallada de los textos clásicos indica que hubo opiniones tendenciosas e incluso falsos rumores que contribuyeron a su mala imagen, y le colocan en un momento altamente complejo en la historia y la política romana y, en consecuencia, en un papel no muy alejado del que otros emperadores habrían podido desempeñar.