Fuego griego, flechas envenenadas y escorpiones. La guerra química y biológica en la Antigüedad
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Armas de destrucción masiva, ataques con ántrax, temor ante envenenamientos masivos por parte de grupos terroristas… Aunque el miedo a la guerra bioquímica puede parecer muy moderno, su uso viene ya de antiguo, como explica Adrienne Mayor en Fuego griego, flechas envenenadas y escorpiones. La guerra química y biológica en la Antigüedad, un estimulante y original ensayo, que revela que casi todas las armas biológicas y químicas actuales cuentan con un prototipo antiguo: flechas venenosas, agua, comida y aire envenenados, gérmenes y patógenos, estupefacientes y sustancias hipnóticas, armas zoológicas, elementos incendiarios…
Mayor, autora de éxitos como Mitrídates el Grande o Amazonas. Guerreras del mundo antiguo, continúa en Fuego griego, flechas envenenadas y escorpiones. La guerra química y biológica en la Antigüedad haciendo gala de su particular estilo y su incisiva capacidad investigadora, que la han convertido en una de las historiadoras más rompedoras del mundo antiguo. Con las raíces mitológicas de la guerra biológica y química como punto de partida, aborda el tema desde una erudición desenfadada y ágil, que mezcla su conocimiento del mundo clásico con paralelos etnográficos y la vista siempre puesta en la actualidad contemporánea, para plantear también los dilemas morales que el uso de este tipo de armas sigue suponiendo hoy. Elementos para la reflexión en una obra que nos acerca a los lejanos orígenes de una carrera armamentística que ha llevado a la humanidad a convertirse en la única especie capaz de plantear su propia autodestrucción.
Las páginas de este libro son auténtica caja de Pandora –o un Arca de la Alianza, ¿acaso un contenedor de un terrible agente biológico?– acerca de la guerra no convencional en el mundo antiguo, un catálogo del ingenio que el hombre puede desarrollar cuando trata de arrebatar la vida de sus semejantes y mantener su pellejo a salvo. Sean las víboras con que Aníbal bombardeó a las naves de Pérgamo, las bombas de arcilla con que los habitantes de Hatra recibieron a los legionarios romanos –repletas de un delicioso popurrí de escorpiones, chinches asesinas y avispas– o el empleo de carroña infecta para propagar pestilencias,Fuego griego, flechas envenenadas y escorpiones. La guerra química y biológica en la Antigüedad demuestra que en la guerra, como en el amor, todo vale.